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Notas y Opiniones Fuentes Seguras. A contrario sensu

Sin perder elegancia, demos vuelta el tablero. Lo haremos sin lanzar una patada magnífica como la que puede ofrecer cualquier jugador de la Selección Argentina; apenas corriendo la mesa para que las fichas se dispersen y resulte necesario ubicarlas nuevamente. La idea está lejos de presentar una secuencia de afirmaciones plenas sino de incluir en el debate global a estudiosos que tienen algo para decir. Es que el estruendo de las voces que auguran el fin del planeta a manos del ser humano es tan abarcador, que invita a desconfiar: ¿nadie tiene algo distinto que señalar?

El lector pertinaz conoce el planteo ofrecido en esta secuencia. Terraformar la Tierra implica el uso de los adelantos científico técnicos para mejorar la situación de la bola azul que nos contiene y, en simultáneo, para vivir mejor. Ese decir se basa en análisis de fondo según los cuales la tecnología es una invención de nuestra especie y no debería catalogarse como ajena a la naturaleza; también, que toda proposición anti industrial se desplegaría en contra de los intereses de los pueblos sin ofrecer senderos para su supervivencia. Dentro del esbozo, compartido con investigadores de varios continentes, se recuerda que el globo tiene sus tiempos y genera sus temperaturas.

Bien. Periodistas con una mirada afín, han hecho llegar a esta saga un material elaborado por una vasta red de científicos acerca de los registros concretos existentes sobre la situación planetaria. Terminado hace apenas ocho meses, el material busca describir el presente y advertir acerca de varios errores de diagnóstico con gran difusión. Evita caer en lugares comunes y ofrece consideraciones contundentes y sintetizadas. Sus realizadores son unos mil 600 científicos, entre los que destacan dos premios Nobel. El título de la investigación es Declaración Climática Mundial y ha sido promovida por la fundación Climate Intelligence (CLINTEL).

Entre otras cosas, señala que “la ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas. Los científicos deberían abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones sobre el calentamiento global, mientras que los políticos deberían contar desapasionadamente los costes reales, así como los beneficios imaginarios de sus medidas políticas”.

Esta trama de especialistas advierte que las catastróficas predicciones climáticas que con tanto ahínco se difunden, parten de modelos informáticos “hechos por humanos”, modelos cuyos resultados dependen de los datos, hipótesis y supuestos que se introduzcan. “Creer en el resultado de un modelo climático es creer en lo que sus creadores han incluido. Éste es precisamente el problema del debate climático actual, en el que los modelos climáticos son centrales”. En la era del bombardeo informativo y la desorientación, vale aproximarse para contar con una mirada diferente, amparada en indagatorias sólidas.

Entre los firmantes figura el físico estadounidense Ivar Giaever, Nobel de Física en 1973. Y ahora también se ha sumado John F. Clauser, premiado con el Nobel en 2022 por sus investigaciones sobre mecánica cuántica. Clauser afirma sin tapujos que “no existe una verdadera crisis climática”. Sin embargo, “la narrativa popular sobre el cambio climático refleja una peligrosa corrupción de la ciencia que amenaza la economía mundial y el bienestar de miles de millones de personas”.

La Declaración en cuestión apunta: Factores naturales y antropogénicos causan el calentamiento

El archivo geológico revela que el clima de la Tierra ha variado desde que existe el planeta, con fases naturales frías y cálidas. La Pequeña Edad del Hielo terminó en 1850. Por lo tanto, no sorprende que ahora estemos experimentando un período de calentamiento.

El calentamiento es mucho más lento de lo previsto El mundo se ha calentado significativamente menos de lo previsto por el IPCC sobre la base del efecto antropogénico modelado. La brecha entre el mundo real y el mundo modelado nos dice que estamos lejos de comprender el cambio climático.

La política climática se basa en modelos inadecuados Los modelos climáticos tienen muchos defectos y no son ni remotamente plausibles como herramientas de política global. Exageran el efecto de gases de efecto invernadero como el CO2. Además, ignoran el hecho de que enriquecer la atmósfera con CO2 es beneficioso.

El CO2 es el alimento de las plantas, la base de toda la vida en la Tierra El CO2 no es un contaminante. Es esencial para la vida en la Tierra. La fotosíntesis es una bendición. Más CO2 es beneficioso para la naturaleza, reverdece la Tierra: el CO2 adicional en el aire ha promovido el crecimiento de la biomasa vegetal mundial. También es bueno para la agricultura, ya que aumenta el rendimiento de los cultivos en todo el mundo.

El calentamiento global no ha aumentado las catástrofes naturales

No hay evidencia estadística de que el calentamiento global esté intensificando huracanes, inundaciones, sequías y desastres naturales similares, o haciéndolos más frecuentes. Sin embargo, existe amplia evidencia de que las medidas de mitigación de CO2 son tan dañinas como costosas.

La política climática debe respetar las realidades científicas y económicas No hay emergencia climática. Por tanto, no hay motivo para el pánico y la alarma. Nos oponemos firmemente a la perjudicial y poco realista política de cero emisiones netas de CO2 propuesta para 2050. Si surgen enfoques mejores, y sin duda surgirán, tenemos tiempo de sobra para reflexionar y readaptarnos. El objetivo de la política mundial debe ser la “prosperidad para todos” mediante el suministro de energía fiable y asequible en todo momento. En una sociedad próspera, los hombres y las mujeres están bien educados, las tasas de natalidad son bajas y la gente se preocupa por su entorno.

Cuatro puntos A partir de esas puntualizaciones, los realizadores del informe proponen una síntesis que permita absorber los ejes. Señalan que desde hace varias décadas se viene alertando del calentamiento global del planeta como consecuencia de las elevadas emisiones de CO2 a la atmósfera, un problema que, si bien tiene su importancia, desde luego no debería convertirse en el problema número uno de las naciones. “Durante este tiempo se ha creado una narrativa por la cual el planeta está ya al borde del colapso, que la tierra ´no puede más´ y que la naturaleza ´ha dicho basta´. Sus impulsores han encontrado un lucrativo negocio con el ecologismo y tienen el apoyo de casi todo el establishment, tanto político como económico”. Sin embargo, precisan, “a pesar de que se insista con la idea de que nos vamos a extinguir y que la vida, tal y como la conocemos, va a desaparecer, la realidad es que no estamos tan mal como parece, es más, en muchos aspectos estamos mejor que hace unas décadas”. A continuación ponen en evidencia cuatro hechos que, estiman, lo corroboran.

La masa forestal ha aumentado un 7% desde 1982

Así es. Sucede que, desde principios de la década de 1980 hasta la actualidad la masa forestal en todo el planeta ha aumentado un 7,1%, con mejores en unas zonas y pérdidas en otras. Esto es lo que se desprende del estudio “Global land change from 1982 to 2016” del año 2018, donde se observa el cambio producido en el suelo en todo el planeta. No obstante, la mayoría de los cambios producidos se deben a la actividad humana (60%), a través de la reforestación o el mejor cuidado en unos lugares y también a través de los incendios provocados adrede o por negligencias. El 40% restante se debe a cuestiones relacionadas con el cambio climático.

Los realizadores del documento, se sitúan polémicos: Hay quien puede pensar, ¿y cómo es esto posible si cada vez hay más incendios y cada vez son más destructivos? Pues la realidad es que no es así, de hecho, tanto el número de incendios como la capacidad de destrucción de estos, está en mínimos desde hace varias décadas, tal y como vamos a ver a continuación. En relación a esto, es importante recordar lo que expresó hace un año el Centro de Investigación Conjunta de la Comisión Europea, y es que el 96% de los incendios son provocados por la acción del hombre, ya sea por un mal cuidado de los terrenos o provocados adrede, no por cuestiones relacionadas con la contaminación.

La calidad del aire es hoy también mejor

Añaden que en 1998 la concentración de PM2,5 (unas partículas provocadas por la contaminación de automóviles, las fábricas, los camiones, etc.) era de 9,16 μg/m3 (microgramos por metro cúbico), mientras que en 2021 fue de 7,54 μg/m3, según Air Quality Life Index. Para que nos hagamos una idea, una concentración de 0 a 12 μg/m3 se considera que no tiene peligro o casi peligro para la salud, mientras que de 12 a 35,4 μg/m3 si se considera como un peligro para las personas más sensibles y de mayor riesgo. En países como los Estados Unidos se ha pasado de una concentración de PM2,5 de 12,51 μg/m3 en 1998 a una de 7,84 μg/m3. Precisan que en China, el país más contaminante, la situación también ha mejorado con respecto a 2011, su peor año, donde la concentración llegó a ser elevadísima. Se ha pasado de una concentración de 52,48 μg/m3, una cifra considerada como no saludable y dañina para la vida de las personas, hasta una concentración en 2021 de 30,2 μg/m3, la más baja desde 1998. En los últimos 10 años la situación a nivel mundial ha mejorado, ya que, si en el año 2011 la persona promedio habría ganado 2 años y 9 meses de vida si los valores estuvieran acorde a los niveles establecidos por la OMS, en 2021 habrían ganado 2 años y 3 meses, con lo que la calidad del aire ha mejorado en términos globales.

Cada vez mueren menos personas por desastres naturales Esta es otra de las cuestiones en las que hemos mejorado sustancialmente en los últimos 100 años, subrayan, pues , o más de 462.000 personas anualmente durante los años 30 mientras en los años 20 del siglo pasado murieron más de medio millón de personas por año debido a desastres naturales del mismo siglo, en la década del 10 del siglo XXI la cifra se ha reducido a 45.300 personas fallecidas en promedio. Esto se debe en muy buena medida a los avances en la tecnología, que ha permitido predecir cuándo se van a producir dichos desastres naturales y actuar para evitar el mayor número de muertes posibles, así como también de daños materiales.

Hay más agua en los embalses que hace 30 años. Los científicos evalúan que “Este dato es muy llamativo. Mientras se alerta continuamente sobre las sequías, sobre el control a la población del agua consumida o utilizada, etc., la realidad es que los embalses están hoy más llenos que hace tres décadas. Habiendo estado en el año 2023 al 51,26% de su capacidad, mientras que en 1993 estaban al 41,43%, es decir, diez puntos menos”. En definitiva, “hoy hay más masa forestal que hace 30 años en todo el mundo, el aire que respiramos es más sano que hace 10 o 20 años, cada vez mueren muchas menos personas por desastres naturales que hace 100 o 50 años, y los embalses de agua están más llenos hoy que en la década de los 90 del siglo pasado”. A decir verdad, completa este periodista, si se comparan estos datos con el sentido común reinante, solo hay lugar para el asombro. Y cierran con energía. “Como decíamos antes, esto contrasta con la narrativa pesimista y catastrofista por la cual el planeta está dando ya sus últimos avisos antes de lo que sería el ´apocalipsis climático´. Lejos de esas teorías sin mucho fundamento, lo cierto es que cada vez cuidamos mejor el planeta gracias en parte al buen uso de la tecnología, y que seguiremos transitando hacia métodos y procesos más respetuosos con el medio ambiente, todo sin dejar de lado el progreso material que ha permitido sacar de la pobreza a tantos millones de personas en tiempo récord”.

El último párrafo es una apuesta a la investigación científico técnica y al industrialismo. Usted sabe, lector, que ese perfil resulta grato a esta secuencia. Y obnubila el carácter de las corporaciones financieras. Así que a revisar y pensar. Nada de aceptar todo automáticamente. Pero coincidirá en que cabe dar una oportunidad a posturas menos dramáticas, inadecuadas para los títulos llamativos en las redes, aunque tal vez más veraces.

El título de esta nota, así como la introducción sutil y las ilustraciones asentadas en el Parque Nacional Zhangye Danxia, en China, carecen de afán manierista. Fueron elaboradas para esquivar la cancelación que este narrador ha padecido cada vez que intentó abordar este tema desde una perspectiva distinta a la ofrecida por los medios concentrados occidentales. Ojalá esté usted leyendo el presente artículo sin censuras, y sin interrupciones.