La línea roja del poder financiero. Los Estados Unidos y Donald Trump. China, Japón y Corea del Sur. Bahréin y China. India y Narendra Modi. Sudáfrica: Victoria y derrota. Europa.
TORMENTOSA. Qué interesante. Así como los estados centrales de Occidente han sido penetrados por las corporaciones al punto de impulsarlos a desplegar políticas recesivas otrora reservadas para los periféricos, sus poderes judiciales parecen orientados por intereses semejantes al impulso de un lawfare que, también, parecía destinado a operar sobre regiones poco serias del planeta.
Con estos parámetros difíciles de anticipar años atrás, Donald Trump se convirtió en el primer presidente en la historia de los Estados Unidos en ser condenado por un delito penal, luego de que un jurado lo declarase culpable de encubrir un pago de dinero para silenciar a una actriz porno. Los miembros del jurado lo declararon culpable de los 34 cargos vinculados a la causa central en un juicio histórico que se desarrolló en Nueva York. Según su interpretación, el rubicundo falsificó documentos comerciales para encubrir un pago de dinero a cambio de silencio a Stormy Daniels durante las elecciones de 2016.
Mientras se difundían las consideraciones judiciales, la imagen de Trump seguía encabezando las preferencias electorales de buena parte de los habilitados para votar en los comicios que se concretarán en noviembre. Falta un mes para la Convención Republicana a realizarse en Milwaukee y casi dos para su equivalente del Partido Demócrata. Hasta ahora, el precandidato mejor posicionado, Ron DeSantis, manifestó su respaldo a Trump -se registró una reunión a solas tres semanas atrás, con firmes acuerdos-, en tanto los azules, consternados por la caída de la intención de voto para el presidente Joseph Biden, evalúan mediciones que podrían impulsar a Michelle Obama en relevo.
Claro que nada es sencillo. La declaración de culpabilidad podría dar un vuelco a la carrera presidencial con la que Trump aspira a retornar a la Casa Blanca. Por lo pronto, esta condena no le impedirá competir. Se enfrenta a una pena máxima de cuatro años de cárcel, aunque otros condenados por ese delito suelen recibir sanciones más cortas, multas o libertad condicional. El encarcelamiento no le prohibirá hacer campaña, ni asumir el cargo si ganara. Paradojas: si bien el jefe de Estado puede disponer un indulto, los expertos coinciden en que no le está permitido auto perdonarse. Para complicar más las cosas, advirtieron que, si recae en una cárcel neoyorquina, el gobernador de ese Estado sí podría exculparlo (allí está la demócrata Kathy Hochul). Y por si todo esto fuera poco, la Constitución prevé que el titular del Poder Ejecutivo sea acompañado todo el tiempo -24 horas al día, 365 días al año- por su voluminoso cuerpo de seguridad. ¿Dónde poner a sus integrantes?
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El juez Juan Merchan fijó la sentencia para el 11 de julio, tres días antes del inicio de la Convención en la que se espera la nominación formal de Trump para la presidencia. Merchan agradeció a los miembros del jurado su servicio. “Nadie puede obligarlos a hacer nada que no quieran hacer. La elección es de ustedes”, dijo. (Dime de qué alardeas y te diré de qué rengueas). Ese jurado, dispuso que el 45º presidente de Estados Unidos (2017-2021) fuera declarado culpable de 34 cargos, acusado de falsificar documentos contables de su emporio, la Organización Trump, para ocultar un pago de 130.000 dólares a la exactriz para evitar un escándalo sexual al final de su campaña. Cuando se observan los montos que se manejan en el Estado norteamericano y, para no ir más lejos, los costes de una campaña electoral en el Norte, se percibe con naturalidad la desproporción.
La política interior de Trump, destinada a la radicación de empresas productivas y al descenso del desempleo, y su acción externa, orientada a desactivar focos de conflicto costosos para el erario público y beneficiosos para las corporaciones financieras que dominan la elaboración de armamentos, ha sido una línea roja de gravedad extrema para el poder concentrado. Quizás, mucho más seria e intolerable de lo que podía suponerse en un esquema que había funcionado, hasta su arribo, como un unipartidismo bifronte. La furia de los ataques políticos, económicos, judiciales y mediáticos en su contra solo equiparan a los esgrimidos contra líderes de naciones caracterizadas como parte del Eje del Mal. Al razonar con cierta serenidad, es posible entender el sentido del enojo.
¿Cuál es? En medio de una contienda internacional entre un modelo estatal y productivo contra el diseño rentístico ultraliberal, resignar el control de la principal potencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y gran rectora de Davos y Bilderberg, puede encarnar el hundimiento final del belicismo financiero. Para colmo, las alocuciones de Trump a lo largo del año en curso, lo mostraron consciente y determinado. A diferencia de tanta hojarasca lanzada al aire durante su gestión, el esposo de Melania Trump, padre de cinco hijos, parece estar convencido de su propuesta y también de las motivaciones de sus adversarios.
Pero todo puede enredarse aún más. Este juicio contra Trump cohabita con otros procesos judiciales en su contra. Los mismos están asentados en la gran movilización del 6 de enero de 2021, sobre el Capitolio. Incluyen la presunta convocatoria a un golpe de Estado, el intento de desconocer los comicios en Georgia, y el hipotético robo de documentos clasificados, en su mayoría del FBI, hallados en su casa de Miami. Estas causas, que podrían justificar penas graves por “traición a la Patria” y “sedición”, se encuentran acechando al millonario expuesto. Ya comenzó, con The New York Times a la cabeza, la presión para que las mismas se ventilen en tribunales. ¡Es que la democracia norteamericana está en juego!
(Para concluir con el tema. ¿Qué conviene a la Argentina? Carece de sentido respaldar desde el Sur a Biden o a Trump, a DeSantis o a Obama. Son parte de otro juego, en el cual solo entramos como subordinados. Lo que conviene a la Argentina es desarrollar una política industrial propia, con rasgos soberanos e inserta en el marco internacional adecuado a su histórica Tercera Posición. Todo lo contrario, en síntesis, a lo que concreta el gobierno liberal por estos tiempos).
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JAPÓN Y COREA DEL SUR. Los jefes de estado de Corea del Sur, Japón y China se están acercando, sin prisa, aunque sin pausa. En las horas venideras concretarán en Seúl una cumbre trilateral, según anunció este jueves el gobierno surcoreano, anfitrión. Será la primera después de cuatro años y medio. El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, se reunirá con el primer ministro japonés, Fumio Kishida, y el primer ministro chino, Li Qiang, informó el asesor de seguridad nacional surcoreano, Kim Tae-hyo, durante una rueda de prensa.
Antes del encuentro entre los mandatarios orientales, se prevé que Yoon mantenga conversaciones bilaterales por separado con Kishida y Li. El último cónclave de este tipo se llevó a cabo en diciembre de 2019, tras una pausa causada por la pandemia de covid-19 y ante la mejora de las relaciones entre Seúl y Tokio, tras el deterioro de años recientes. Según Kim, los vínculos entre estas naciones se segmentan en áreas clave: economía y comercio, desarrollo sostenible, salud, ciencia y tecnología, gestión de desastres y seguridad, e intercambios comerciales. Pero claro: también abordarán cuestiones regionales e internacionales.
En ese sentido, este narrador fue informado acerca de la inevitabilidad de cruces; sobre todo en derredor de la situación taiwanesa. Japoneses y coreanos van a exigir garantías de paz por parte de China, que recientemente efectuó voluminosos ejercicios militares en la zona. Las mismas fuentes indicaron que el coloso asiático aprovechará la circunstancia para recordar, además del precepto de Una Sola China, su compromiso con la resolución negociada de conflictos. Al decir de los informantes “Las tres naciones buscan con este acercamiento limar asperezas y renovar un diálogo que promocione estabilidad en la región y prevenga fricciones excesivas en el plano económico y de seguridad”.
Nadie callará nada, pero la trascendencia de la reunión se asienta en su misma realización. Los Estados Unidos y la Organización del Atlántico Norte (OTAN) están profundamente preocupados porque -en el mejor de los casos- esta aproximación ¿inesperada? ralentiza la idea de re asentarse en el Pacífico y configurar una OTAN para ese océano. La torva iniciativa fue explicada en esta secuencia; una eventual deserción de Japón y Corea del Sur, desde hace tanto aliados imponentes de Occidente, enciende alarmas en los diseñadores de la geopolítica atlantista.
Sigamos con las proyecciones: se espera que el Dragón aproveche la ocasión para contrarrestar la relación de Tokio y Seúl con los norteamericanos; mientras que estos últimos solicitarán a Beijing que ayude a frenar el desarrollo armamentístico de Corea del Norte, además de facilitar la utilización del Mar de China Meridional sin exclusiones. Es ostensible que la movida mantiene atentos a los vecinos. Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei Darussalam, Camboya, Laos y Myanmar, miembros de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), saben que una inclinación de los nipones realinearía los equilibrios continentales.
BAHRÉIN. La nueva distribución de las barajas no concluye ahí, sino que se extiende sobre el muy revuelto Medio Oriente. El lector comprende que las noticias de corte trágico originadas en Gaza capturan la atención, pero las mismas no alcanzan a difuminar el impacto político económico de otros movimientos. Por caso, el presidente de China, Xi Jinping, y el rey de Bahrein, Hamad bin Isa Al Khalifa, anunciaron la semana que concluye el establecimiento de una asociación estratégica integral, todo un hito en las relaciones bilaterales. El anuncio se produjo mientras Xi mantenía conversaciones con Hamad, quien viajó a China para una visita de Estado. Hamad también asistió el jueves a la ceremonia de apertura de la décima conferencia ministerial del Foro de Cooperación China-Estados Árabes en Beijing.
Es pertinente ligar la resolución de la isla árabe con el acercamiento previo de Arabia Saudita con China, y más profundamente aún, con el entrelazamiento entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo ampliada y los BRICS +. Aprovechando que este año se cumple el 35º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Bahréin, Xi apuntó que China está lista para trabajar con esa nación con el objetivo de desarrollar su asociación estratégica y beneficiar a los dos pueblos. China apoya firmemente los esfuerzos de Bahréin para salvaguardar la soberanía, la seguridad y la estabilidad nacionales, y apoya su camino de desarrollo independiente, así como su Visión Económica 2030 y la estrategia de desarrollo diversificado, dijo.
En realidad, Bahréin no se ha caracterizado por su independencia. En la primera y segunda guerras mundiales operó como cuartel de las fuerzas británicas. Más recientemente, admitió la instalación de bases militares estadounidenses. Su monarquía, como la saudí, carecen de bases filosóficas tendientes a la igualdad, y las concepciones no los aproximan a otros multipolares. Pasa que han observado, calculadora en mano, la conveniencia de acercarse a la nueva realidad y empezar a dejar lastre de países centrales que cada día exigen más a cambio de muy poco. Para certificar esta aseveración cabe indicar que, en las negociaciones, se estableció que China está dispuesta a fortalecer la cooperación con Bahréin en los campos de energía, inversión, transporte, nuevas energías y economía digital, y a lograr más resultados en la cooperación de alta calidad de la Franja y la Ruta. Eso dijo Xi, y todos saben que cumplirá.
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INDIA. En este tramo, es necesario estar dispuesto a afrontar noticias de gigantescas proporciones. Es que se trata de las elecciones más voluminosas de la humanidad. Este sábado, los hindúes ahora llamados indios votaron concretando la última ronda de comicios generales de seis semanas de duración. Son evaluados como un referéndum sobre la década que lleva el primer ministro, el nacionalista hindú Narendra Modi, en el gobierno. La ventaja para Modi surge apreciable, y permitirá la profundización de una línea que parece haber dado en el clavo de las necesidades del país más poblado del mundo.
Esta séptima ronda electoral, que se celebra en 57 circunscripciones de siete estados y en un territorio de la Unión, completó las votaciones para elegir a los 543 escaños de la poderosa cámara baja del parlamento. Casi 970 millones de votantes — más del 10% de la población mundial — estaban llamados a las urnas para decidir la composición del parlamento para los próximos cinco años. Más de 8.300 candidatos concurrieron a los comicios.
Sobre el cierre de esta edición, las encuestas sitúan a Modi y a su partido, Bharatiya Janata, por delante de la amplia alianza opositora, liderada por el partido Congreso Nacional Indio. El conteo se realizará el martes y se espera que los resultados se den a conocer al final del día.
La campaña de Modi, que aspira a su tercer mandato consecutivo, comenzó con mensajes de progreso económico, fundamentados en los hechos. Se comprometió a mejorar la situación de los más pobres y a convertir a India en una nación desarrollada para 2050. El jueves, tras finalizar la campaña electoral, Modi fue a meditar a un santuario en honor de un famoso santo hindú que alcanzó allí la iluminación.
Desde su llegada a la primera magistratura en 2014, Modi aquilató una gran popularidad. Sus partidarios lo ven como un líder fuerte y hecho a sí mismo que ha mejorado la posición de India en la escena internacional, y atribuyen a sus políticas económicas que el país se haya convertido en la quinta economía más grande del mundo. Asimismo, se realza el intento de homogeneización cultural buscado por el líder para intentar concentrar las energías de un país extraordinariamente diverso. Pero este último aspecto es, al mismo tiempo, la piedra de la discordia.
Desde la administración se han desplegado intensos cuestionamientos contra las minorías, especialmente la musulmana. Según los opositores, la democracia india está en peligro y Modi atenúa cada vez más la división entre religión y Estado. Sucede que esta nación es toda una fábrica de creencias. Cuatro religiones son originarias de la India: el hinduismo, el budismo, el jainismo y el sijismo. En el territorio también circulan el judaísmo, el cristianismo, el islam y el zoroastrismo. Como cada visión contiene derivación política, la India ha sido escenario de contiendas horizontales en extremo virulentas. Según el censo, la mayoría de la población (80%) es hinduista, es decir, más de 800 millones de fieles.
A lo largo de su gestión, Narendra Modi ha intentado amalgamar concepciones. Eso es tan comprensible como criticable. El primer ministro orientó su campaña en dos direcciones claras. Por un lado, pretende ganar espacio en los estados del este y el sur, donde los partidos regionalistas tienen influencia. Por otro, consolidar los votos entre la mayoría hindú, su más profunda base de sustentación. En sintonía, desmembrar las objeciones por una deficiente distribución de los beneficios obtenidos a raíz del creciente desarrollo económico indio. La alianza opositora y su principal rostro, Rahul Gandhi, del Congreso Nacional Indio, atacan al mandatario por su nacionalismo hindú y esperan beneficiarse del descontento económico en varios sectores de la población.
En efecto, los sondeos evidencian que la ciudadanía está preocupada por el desempleo y el alza del precio de los alimentos. De allí que muchos estimen que solo una pequeña parte de los indios se ha beneficiado del rápido crecimiento registrado bajo el mando de Modi. Sin embargo, la acción internacional del popular dirigente amerita un buen nivel de aceptación. Su rol protagónico en los BRICS, sus buenos vínculos externos en general -con la excepción histórica de Pakistán– y su desapego a las sugerencias de alineamiento provenientes de Occidente, conforman un capital político que Modi está en condiciones de cosechar. India ha crecido de forma notable; eso, se le reconoce.
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SUDÁFRICA. Este sábado, el partido Congreso Nacional Africano (CNA) sostuvo el primer puesto, pero perdió su mayoría parlamentaria en un resultado electoral que sitúa a Sudáfrica en un nuevo equilibrio político por primera vez desde el final del apartheid hace 30 años. El CNA, que hasta ahora fue el partido dominante del país, obtuvo poco más del 40 por ciento de los votos de los comicios, dejando atrás la mayoría que ostentó desde la convocatoria electoral de 1994, en la que pudieron votar todas las razas y llevó al gobierno a Nelson Mandela. Por tanto, se avecina un gobierno de coalición, inédito en el país.
Es preciso cuidarse de las interpretaciones, lector. Mediante un error intencional, Euronews titula “El partido que libró del ‘apartheid’ a Sudáfrica pierde las elecciones generales”. No es cierto: el CNA volvió a vencer en los comicios, solo que no le alcanzó para retener el poder en las cámaras. Se trata de una reprimenda del electorado, pero no de un rechazo en toda la línea. Sigue siendo el partido más votado. El descenso en la cantidad de sufragios, empero, es real; ahora tendrá que buscar socios y elaborar una coalición para permanecer en el gobierno y reelegir al presidente Cyril Ramaphosa para un segundo y último mandato. El Parlamento debe reunirse para elegir al mandatario sudafricano en los 14 días siguientes a la proclamación de los resultados electorales
Sobre el cierre de esta edición, la tendencia demuestra que el CNA consiguió el 42,31% de los votos, frente al 24,61% de la Alianza Democrática (AD, la centroderecha liberal) de John Steenhuisen, y el 9,38% del uMkhonto weSizwe (MK), de Jacob Zuma. El problema es que, a pesar de estar en el primer puesto, el resultado del CNA dista del 57,7% obtenido en 2019. Como tantas cosas, esta situación puede explicarse. El Producto Bruto Interno de Sudáfrica viene cayendo. La producción minera se contrajo y la industrial solo se mantuvo, sin expansión. El andar de la nación está muy focalizado sobre los cultivos de maíz, cítricos, frutas tropicales, verduras, caña de azúcar y uvas. Este país es el cuarto mayor productor de trigo en África. Faltó enjundia gubernamental para trasladar beneficios sobre la elaboración de bienes de producción y consumo. Como la desigualdad impuesta por el Apartheid quedó cual marca de fábrica, las dificultades recalaron sobre una franja bien detectable.
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VÍAS. Como verá, lector, la progresión multipolar es intensa, pero no lineal. Su ariete de vanguardia, que resquebraja las puertas del tiempo, sigue adelante más allá de la voluntad de determinadas referencias. Sin embargo, los vagones que configuran la nave en su conjunto, oscilan, se salen del sendero, retornan y provocan descarrilamientos parciales.
El debate que atraviesa Europa sobre la intervención de la OTAN en el conflicto ucraniano tiene demasiadas aristas. Está claro que hace rato varios disciplinados miembros de la Unión Europea (UE) proveen armas que son utilizadas contra la Federación de Rusia. También, que si hablamos de territorios de esa nación, vale incluir a Crimea y el Donbas. Por otro lado, cuesta resolver cómo adentrarse en la batalla sin admitir a Ucrania cual miembro de la coalición.
Ahora bien, declamación más o palabrería menos, el trasfondo es económico. La presión de las corporaciones financieras sobre los estados para que inviertan más en el área de Defensa es inocultable y, para las dirigencias políticas, vergonzoso. Una de las claves interpretativas está resuelta; Alemania. La otra, se hará evidente en el último tramo del año; Francia. Todo se analizará en breve aquí. Es probable que los pueblos europeos, con alguna excepción, no estén avizorando el destino que sus jefaturas de hecho están diseñando para ellos.
Con el afán de lograr ingresos en las redes sociales, pueden verse miles de anuncios sobre la guerra nuclear inminente, la definición inmediata de rupturas y ataques; hasta los ditirambos entre jefes de Estado son presentados como una resolución rápida de contrastes y confluencias históricos.
La información vertida en esa secuencia intenta mostrar lo que en verdad sucede.
En esta noche fría, vale preparar unos mates y releer ciertas líneas. Reveladoras.
Por Gabriel Fernández | Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal